QUIÉNES SOMOS.
NUESTRA BREVE HISTORIA

Somos Raquel y Esteban (Bancho más familiarmente). Un matrimonio que ya peina canas y que ha decidido un cambio vital, digamos que bastante radical, que ha servido para recuperar con ganas e ilusión un antiguo caserío (según el diccionario de María Moliner, casa de labranza grande con edificios anejos) en la dehesa familiar de Fuentes Claras de Arriba en Ávila, para que clientes con inquietudes parecidas a las nuestras puedan disfrutar al mismo tiempo de un alojamiento distinto y de una dehesa preciosa de casi cien hectáreas a escasos minutos de Ávila, nuestra ciudad española patrimonio de la humanidad más mística. Y por tanto disfruten de todo lo que la dehesa, su proximidad a la ciudad y sus alrededores pueden ofrecer.

En definitiva, para algunos de nuestros familiares y amigos somos unos insensatos, para otros unos valientes, o para otros unos héroes cuando conocen todas las dificultades que hemos tenido que sortear. Nosotros creemos que somos unos privilegiados por poder intentarlo.
Tras más de 25 años de ejercicio profesional por Esteban en el mundo de la abogacía, el azar, la suerte, la casualidad, la Providencia han hecho posible que hayamos podido rehabilitar la antigua casa del guarda de la dehesa, y sus construcciones adyacentes como el establo, la estancia del pastor y el pesebre, los gallineros, la cuadra de la burra, etc. para ponerlas en valor y dotarlas de un uso turístico.

Después de varios años indagando las distintas opciones (la dehesa es muy atractiva y está enclavada en suelo rústico en zona especialmente protegida medioambientalmente lo que conlleva el cumplimiento aún más estricto de las correspondientes medidas de respeto al medio ambiente), el año 2015 significó el empujón definitivo al proyecto. Fue entonces cuando lo que no dejaba de ser una quimera fue tomando forma. Al fallecimiento en marzo de Ricardo, padre de Raquel, sin cuyo esfuerzo y el de su mujer Charo, no habría sido posible mantener la titularidad familiar y configuración actual de la dehesa, se unieron unos cuantos duermevelas veraniegos de Esteban hasta que tomó la decisión de discontinuar su larga relación de fidelidad con Uría Menéndez, y en general con muy buenos amigos en el mundo de la Abogacía y la Justicia, para sustituir el ejercicio en el ámbito del derecho de los negocios por otro bien distinto y del que no tenía noción, ni por aproximación: el emprendimiento, a través de la rehabilitación de un viejo caserío para su aprovechamiento turístico. La coautora del proyecto (algo más por tanto que cooperadora necesaria) era la mejor posible: Raquel. Junto a la casa de su infancia, para la ilusión de su vida. Ese lugar imaginado.

Solo faltaba empezar. Y empezamos. Catastro, Ayuntamiento, Junta, Escrituras, Registro, más Catastro, más Ayuntamiento, más Junta, etc. Por suerte de nuevo el azar, la Providencia, pusieron en el camino a grandes profesionales, ya amigos, quienes a modo de cómplices hicieron el proyecto tan suyo como nuestro. Arquitecto, aparejador, constructor, trabajadores, ingenieros, interiorista, creativos, paisajista, asesores de iluminación, proveedor de sanitarios y revestimientos y tantos otros. Un gran equipo al que estaremos siempre agradecidos y que colaboró definitivamente a hacer posible CASERÍO FUENTESCLARAS.

Lo que no estaba previsto era que al retraso acumulado de todo proyecto (cuando no son los distintos trámites administrativos puede llegar alguna adversidad en forma de avería, rotura, ruido desconocido, mancha etc) nuestra pretendida fecha de apertura fuera a coincidir con la pandemia más grande que ha conocido el mundo moderno y que ha castigado muy especialmente a España. Nuestro recuerdo más sentido a los que no pudieron superar la enfermedad, a sus familiares y allegados más próximos, y a quienes de un modo u otro vieron alterados sus planes, sus vidas, sus proyectos. Ánimo para todos ellos.

QUÉ PRETENDEMOS

Pretendemos muchas cosas, pero posiblemente pueden resumirse en una: saber adaptarnos a lo que nuestros clientes desean, de modo que disfruten de todo lo que esperan de un proyecto que creemos distinto y completo, y que tras su estancia marchen con ganas de volver, de traer a sus familiares o amigos. En definitiva, que conviertan nuestro lugar imaginado en el suyo. Tan sencillo. Tan difícil.

Paso a paso. Hemos comprobado que existen alojamientos hoteleros y rurales excepcionales. Muchos de ellos orientados especialmente a ofrecer sosiego y tranquilidad; al disfrute del paisaje; a avistar aves y a pescar, a pasear por el campo, a pasear por y a la ciudad, a hacer incluso algo de deporte y excursiones, a desayunar y disfrutar de comer y beber. Y muy legítimamente algunos de esos establecimientos optan para conseguirlo por un modelo solo para adultos. Nosotros optamos por algo más. Creemos que esa estancia que pretendemos para nuestros clientes es igualmente posible si se la ofrecemos a adultos, pero también a familias con niños, o a grupos de familias. Es nuestra opción. El lugar imaginado también por niños, familias y grupos. Basta con que los niños contribuyan con su buena educación y la de sus familias.

Como familia numerosa que somos no siempre hemos tenido fácil encontrar habitaciones familiares o simplemente habitaciones comunicadas. De ahí que tratemos de ofrecer alternativas para todos: parejas, familias, grupos. CASERÍO FUENTESCLARAS está especialmente diseñado para hacer posible de manera versátil que una pareja pueda alojarse en una sola habitación, o que familias o grupos de familias o amigos puedan escoger habitaciones próximas, e incluso disfrutar de espacios comunes para el solo uso del grupo.

¿Y qué más pretendemos? CASERÍO FUENTESCLARAS está escasamente a una hora de Madrid por autopista (hasta la puerta del CASERÍO, y lo sabemos porque lo hemos hecho a diario). Pero es que luego continúa la autovía hasta Salamanca en menos de una hora. O hasta Toledo. Y Segovia está aún más cerca. Por no hablar de otras capitales o localidades con gran encanto. Es decir, aunque la distancia desde Madrid sea excepcionalmente próxima, lo que pretendemos, y nos encantaría, es recibir también clientes y familias de toda España bien porque Ávila sea su único destino, bien porque puedan aprovechar la ubicación del CASERÍO como centro de operaciones para su visita a Castilla y León, Castilla La Mancha o incluso Madrid o Extremadura. Nacionales e internacionales. Pensamos sin duda en nuestros vecinos portugueses, pero también en los buenos amigos extranjeros que tanto disfrutan del interior de España y no solo de sus costas. Basta comprobar las estadísticas sobre el interés creciente por el interior de nuestros también vecinos franceses, británicos, alemanes, belgas, italianos, holandeses, etc. ¡Qué mejor manera de llenar esa España vacía que tan bien describía Sergio del Molino! Y ahora, de recuperar el optimismo tras la pandemia, y de recuperar la confianza en España y en una de las mejores ofertas hoteleras del mundo.

Quizás pretendamos ya demasiado, pero para acabar con este apartado, y puestos a pretender, agradeceremos sobremanera que nuestros clientes nos contacten para que podamos diseñar a medida cómo adecuar la estancia a la pareja, amigos o familia en cuestión, o idealmente a un grupo de familiares o familias amigas. Existen muy eficientes centrales de reservas que hacen posible en minutos, de manera anónima y a plena satisfacción del cliente, la contratación de un alojamiento en el sitio más remoto. Hemos hecho uso de ellas y son fantásticas.
Pero comprobaréis que CASERÍO FUENTESCLARAS es atípico. Efectivamente proveemos de alojamiento por habitaciones amplias y diferentes a escasos minutos de una ciudad patrimonio de la humanidad. Pero alojamientos y buenos en Ávila hay muchos. Lo que creemos que nos diferencia y hace distintos es que ponemos a disposición de los clientes una dehesa de casi cien hectáreas para que la aprovechen paseando, disfrutando del paisaje, montando en bici, avistando aves, pintando, pescando si tenéis licencia, recreándose con el ganado, contemplando las estrellas, tomando fotografías, haciendo gymkanas fotográficas familiares y un largo etcétera sin salir de la dehesa.

Y si a los clientes aún les quedan ganas de salir, Ávila ofrece todavía más, y por ejemplo podemos ir caminando o en bici al centro de la ciudad por caminos rurales. Y visitar el Convento de la Encarnación, y la Santa, y Santo Tomás, y San José, los palacios, y tantas y tantas cosas de interés, con visita guiada o no. En fin, un listado prácticamente interminable que hace que todos los visitantes coincidan en lo mismo: “no sabíamos que Ávila pudiera tener tanto que ofrecer”.

Por eso nos parece razonable, y nos atrevemos a pedir, que los clientes interesados en una o en todas esas actividades, nos dediquen algo de su tiempo antes de conocernos (o volvernos a visitar), llamándonos o enviándonos un correo que nos permita confeccionar un traje lo más a medida posible. “Somos dos, somos seis de familia, somos tres, somos un grupo de amigos con distintos críos o sin ellos, somos varios hermanos con hijos y queremos dar una sorpresa a los abuelos, somos varios matrimonios sin niños, somos el equipo directivo de una empresa, nos gusta pintar paisajes, somos cetreros, nos gusta pescar, queremos comer bien, nos gusta ver aves, jugar al golf, o montar a caballo. Qué podemos hacer ese fin de semana en Ávila, qué podemos hacer en el CASERÍO, nos dais de cenar, qué podemos hacer en la finca, tenéis alguna actividad programada, nos da tiempo a tanta cosa?”. A todo eso nos referimos.

Además, nos gusta la gente, conocer distintos puntos de vista, tener la oportunidad de charlar y mejorar. Creemos que el entorno y ambiente que ofrecemos fomenta la comunicación. Hablar y escuchar, algo cada vez más en desuso. Pero también entendemos que hay quien en su ocio prefiere la intimidad, el silencio. Por encima de cuales sean nuestros gustos, es el cliente quién debe estar a gusto. Y eso es lo que pretendemos por encima de todo.

QUÉ OFRECEMOS

Si lo que pretendemos es que nuestro lugar imaginado sea vuestro lugar imaginado, unos días especiales, una estancia distinta, ojalá que excepcional, lo que ofrecemos también tiene que ser necesariamente distinto.

1.- DISFRUTAR DE LA DEHESA.
Ofrecemos poder disfrutar de una dehesa de poco más de 99 hectáreas en la ribera del rio Adaja/embalse de las Cogotas en la que hay unas veinte a treinta vacas pastando, cientos de conejos dando brincos, aves de distintas especies revoloteando; y alguien ha visto algún jabalí, algún zorro y dicen que hasta algún corzo. Pero no solo. Hay distintos caminos para recorrer la dehesa caminando, corriendo o en bici. Hay miles de bloques de granito con formas curiosas que pintar o fotografiar. Aun hay más encinas de todo tamaño y forma, para disfrutar de sus siluetas y coger bellotas. Especialmente en primavera y verano aparecen fuentes naturales de agua por la dehesa, y hablando de agua, inmejorables vistas al embalse de las Cogotas, con la paz que proporciona el agua y el silencio. Gymkanas fotográficas con tanto que fotografiar, y premios para los mejores fotógrafos. O llévate una cesta para coger moras o setas en temporada. Y eso de día, porque la vista de las estrellas de la bóveda septentrional en noches abiertas es un espectáculo.

2.- LA UBICACIÓN DEL CASERÍO.
En coche el CASERÍO está a cinco minutos de Ávila. A una hora de Madrid. A menos de una hora de Salamanca o de Segovia. Y a no mucho más de una hora de Toledo, y hasta de Portugal!

Para nuestros clientes ofrecemos poder ir a Ávila desde el CASERÍO a pie por caminos interiores de tierra en unos cuarenta minutos, o en bici en unos quince. Pero no solo, porque nuestros clientes se podrían olvidar del coche si van a Ávila, porque podríamos organizar llevarlos y/o traerlos desde el CASERÍO.

Justo a la salida del CASERÍO, junto al camino a pie hacia Ávila, puede visitarse (previa petición) la granja de nuestro vecino Javier que permite hacer disfrutar de huerta, gallos y gallinas, pavos y hasta ovejas (de hecho el encierro de las ovejas al atardecer no tiene mucho que envidiar a los de nuestra querida Pamplona…).

3.- UN CASERÍO REHABILITADO RESPETANDO EL ENTORNO QUE HACE POSIBLE EL ALOJAMIENTO POR HABITACIONES DE CAPACIDAD DIVERSA, CON DISTINTAS ALTERNATIVAS A MEDIDA.

CASERÍO FUENTESCLARAS no es un sitio cualquiera. Es historia y es modernidad a la vez. Es historia porque ocupa el espacio que desde hace más de un siglo se destinó a distintas tareas de labranza y cuidado de ganado. Más allá de conservar nombres y estancias que permiten evocar lo que fue, el delicado trabajo de los profesionales que han intervenido en su rehabilitación ha permitido conservar la piedra original, la teja original, las vigas preexistentes y detalles como los primitivos pesebres, la estufa, la balanza y diversos muebles y utensilios.

Pero también hablamos de modernidad. No obstante la ubicación del CASERÍO en suelo rústico, con las muchas dificultades que ha tenido, en su reconstrucción ha gozado de los adelantos técnicos más avanzados en aislamiento térmico y acústico, utilización de medios de producción de energía renovable y materiales que persiguen el máximo confort del cliente.

Y este es el equilibrio que se ha pretendido buscar en todo momento. Equilibrio entre historia y modernidad en el propio diseño arquitectónico y en su ejecución; en el respeto al paisaje y el entorno; en el interiorismo y decoración; y en la propia distribución y aprovechamiento de los espacios.

No es casual que puedan observarse en el CASERÍO varias tejas nido en varias partes de los tejados para la posible nidificación del Cernícalo Primilla. O también se observen varios nidos en las paredes para que puedan anidar otras especies autóctonas. CASERÍO FUENTESCLARAS ha sabido adaptarse gustosamente a los requerimientos que conlleva el respeto al medio ambiente. Más allá de la belleza y riqueza del entorno del CASERÍO que entra por los sentidos, no es difícil comprobar la riqueza de especies, sobre todo rapaces, que sobrevuelan la dehesa, de ahí los espacios de avistamiento que pretendemos situar estratégicamente en la dehesa, especialmente en su zona norte.

4. Y PARA TODO ELLO, Ofrecemos nuestro mejor saber hacer, nuestra dedicación, nuestro mejor trato y cariño. Creemos que la estancia en CASERÍO FUENTESCLARAS empieza ya, como parte inicial y posiblemente más importante, con ese primer correo o esa primera llamada para adecuar los distintos tipos de habitaciones, su ubicación, sus prestaciones, del mejor modo posible a los clientes, ya vengan solos, en pareja, en familia o en grupo. Naturalmente la única manera de conocer cuáles son esos deseos, expectativas y necesidades es que a nuestros clientes no les incomode contactarnos y contarnos todo lo que se les ocurra para hacer su estancia lo más completa y disfrutada posible. Antes y durante su estancia. A nosotros no nos incomodará nunca, todo lo contrario. El lugar imaginado quizás lo merezca, ¿no?

HISTORIA DEL CASERÍO

Los primeros guardas no vivían en el CASERÍO. Lo hacían en la Casa del Monte, ubicada en el noreste de la dehesa, aproximadamente a un kilómetro del CASERÍO dentro de esta. Se ocupaban de las tareas de siembra (trigo, avena y cebada) y disfrutaban en régimen de escusa de sus propios animales (vacas, cerdos y gallinas) y de una huerta. El CASERÍO todavía no estaba habitado y servía de ayuda para la cría de vacas de leche.
Más allá de la estrecha relación entre los guardas y la dehesa por su dedicación a las tareas mencionadas, puede destacarse la relación entre las familias. No es casualidad que la hija del guarda participara en tareas de niñera del padre y tías de Raquel, o que su hermano fuera quien se ocupara de la construcción y camino de acceso de la vivienda que con el tiempo constituiría la vivienda de los padres de Raquel y sus hermanos, muy próxima al CASERÍO.

Los más mayores recuerdan que en aquel entonces los trenes que viajaban de y hacia el norte desde Ávila disponían de un apeadero en la linde de la dehesa (del que hoy aún podría encontrarse algún resto) y que gracias a él los huevos y la matanza de Fuentes Claras habrían llegado nada menos que a San Sebastián, ciudad a la que por otra parte ha estado siempre muy ligada la familia paterna de Raquel.

De hecho es desde allí desde donde Ricardo, padre de Raquel, se trasladó a vivir a Ávila a finales de los años cincuenta. En 1960 se casó con Charo, quien dejó su Logroño natal, pasando ambos a ocuparse del día a día de la dehesa con la ayuda de un nuevo guarda y su familia, quienes vivirían ya en el CASERÍO y no en la Casa del Monte. En estas fechas el CASERÍO adoptó una forma que en general ha pervivido hasta su reciente rehabilitación: vivienda situada en el centro del CASERÍO; en su lado este, la casa del pastor, los pesebres, el establo y el corral; y en su lado oeste, el gallinero y la cuadra de la burra que tanto ayudó a llevar a Ávila cántaras de leche para su venta; y el pajar, un cuarto de matanza, paneras y molino, hasta que gran parte de este lado se quemó fortuitamente. Y próximo a todo ello, aunque fuera del recinto, una preciosa cija para encerrar las ovejas que todavía hoy permanece.

El crecimiento de las ciudades, que tanto ha tenido que ver con el abandono de las labores del campo, no fue ajeno al CASERÍO ni a la dehesa. Desde finales de los años setenta del siglo pasado el guarda y su familia se trasladaron a la urbe. Y las distintas tareas de labranza y ganado fueron quedando sin contenido. Ha permanecido la cría de ganado vacuno pero fueron diluyéndose siembra, huerta, rebaños, burra, gallinas,….., quién sabe cuánto de ello conseguiremos recuperar en esta nueva etapa.

(RAE) Escusa: derecho que el dueño de una finca o de una ganadería concede a sus guardas, pastores, etc., para que puedan apacentar, sin pagar renta, un corto número de cabezas de ganado de su propiedad, y esto como parte de la retribución convenida.

(RAE) Cija: cuadra para encerrar el ganado lanar durante el mal tiempo. Pajar.